Carta para Draco

Esa mañana de sábado, el comedor estaba rebosante de gente. Los murmullos hacían que el ambiente estuviese muy cargado, la comida ya estaba servida y en breve se unirían a ese murmullo, los sonidos de cubiertos tintineando contra los platos. Cuando el desayuno estaba por empezar, se unió otro sonido al ambiente, las alas de las lechuzas batían ruidosamente por la habitación a medida que entraban en ella. Todas se dirigieron a su correspondiente destinatario y entregaron sus tan preciadas cargas.

 

Draco, como todos los días, recibió un montón de cartas y paquetes, era lo habitual, muchas serian de sus admiradoras, algunos paquetes también, quizás con suerte, alguno de ellos seria de sus padres.

 

Las cartas iban cayendo sobre su plato después de que leyera el remitente, incluso las que no tenían, nunca abría una carta pues sabía perfectamente, que estaría llena de babosos halagos y cumplidos infantiles, grandes amores llorados, que él nunca se dignaría a sentir por alguna de esas almas ingenuas, pobres niñas bobas.

 

Una llamo su atención, estaba a punto de tirarla junto con las otras, cuando vio que esta era distinta. No tenia remitente, no era rosa, no olía asquerosamente a perfume y sobre todo, no parecía jodidamente cursi. Todo lo que ponía en ella era “leer a solas”.

 

Considero que su desayuno había llegado a su fin y se levanto, cuando hizo esto, toda su tropa se levanto dispuestos a seguirlo, les dedico una mirada glacial que obligo a la mayoría a sentarse, incluso Pansy reprimió el estúpido balbuceo con el que siempre reprochaba a Draco. Dándose la vuelta se alejo dejando a todos como pobres corderos, solos y desvalidos.

 

No tardo mucho en llegar a su sala común, atravesándola y subiendo a su habitación, allí se encerró. Grácilmente se tiro en la cama, los movimientos estudiados concienzudamente para no dejar una sola arruga en su túnica, por algo era el chico con mayor glamour del colegio, no debía descuidar su aspecto ni siquiera estando a solas.

 

Una vez acomodado, se dispuso a abrir la carta, antes, la observo. Papel de calidad, blanco hueso muy suave, tacto arenoso, tinta negra con destellos verdes, buen gusto, muy buen gusto, desde luego el anterior dueño de esa carta no era pobre, se notaba que apreciaba las cosas de buena calidad. Le alegro pensar que por lo menos eso descartaba un montón de candidatas.

 

Al abrirla le llego un suave aroma, maderas nobles, sándalo, cítricos suaves, su nariz disfrutó mucho con ese golpe de efecto. Le habían echado el suficiente perfume para enamorar, si hubiesen echado un poco más, la habría tirado inmediatamente, parecía ser que la enamorada lo conocía muy bien, estaba empezando a disfrutar con el juego.

 

Desdoblo la carta expectante, la curiosidad le estaba empezando a molestar, cosa que no hacia nunca por nada ni por nadie, busco el encabezado y se dispuso a leer con deleite.

 

“Querido Draco:

 

Supongo que cartas como esta recibes a montones todos los días, solo espero que por lo menos las leas, sino todas, por lo menos la mía. Es distinta a las demás, yo no te pido una cita, no te digo lo mucho que te amo y lo que me gustaría que me amases, solo escribo estas líneas para desahogar mi alma.

 

Hace mucho tiempo que te observo en silencio, siete años dan mucho tiempo para analizarte y llegar a conocerte sin tener que acercarme a ti. Aunque a veces me honras con tu mirada, solo quisiera que esta no estuviera cargada de odio, aunque me consuela que a los demás los mires igual, eso me hace pensar que nadie es más especial que otro, valiente consuelo.

 

Desde primero nos conocemos y nos tratamos, nunca bien, pero algo es algo. Desde sexto, te amo, no sé porque, solo lo sé. Siempre te he admirado, eres fuerte, capaz, con don de mando, amable cuando nadie te ve, te considero muy inteligente, pero también soberbio y engreído, caprichoso, a veces inmaduro y un poco cobarde, creo que tienes más defectos que cualidades, pero aun eso, no cambia mis sentimientos.

 

Creo que empecé a amarte cuando te uniste a la orden, me alegre por ello, pero también me decepcionaste un tanto. Eres un cobarde, solo te uniste a nosotros por venganza, eso lo sabía desde un principio, lo que averigüé después, es que a pesar de tan cobarde hazaña, demostraste que por lo menos lo admitías y tenías agallas. Podías ser cobarde, pero eras el único que admitía su verdad, el rencor y el odio, se disipaban de mi mente y te empecé a ver como eras realmente.

 

Un niño asustado, un niño al cual han mimado y cubierto de cosas superfluas, un niño al que le hacía falta una caricia de amor, un abrazo de buenas noches, un asfixiante beso de madre, el aliento de un padre sobre tu hombro mientras haces los deberes. Seguro que nunca has montado en escoba antes del colegio, tu padre nunca tuvo tiempo para enseñarte y tu madre no sabía que existías, complació a tu padre dándole un hijo y ahí quedo su amor materno.

 

No voy a hablar de mi vida, solo te diré que te comprendo, sé lo que se siente cuando no tienes amor, el amor sincero y desinteresado de unos padres que te quieren, lo siento, sé que duele, a mí me duele mucho todavía.

 

Lo que no sabía es que el amor de otro duele. Nunca he amado, hasta ahora. Cada día, al levantarme, sueño con el momento de verte, saber que aunque sea por unos segundos, tus ojos serán míos, que recorrerán mi cara y acariciaran mis labios. Momentos mágicos que atesoro como recuerdos, solo son sueños, pero están en mi mente y para mí son reales.

 

Sé que te estarás riendo de mi ahora, pensaras que esto que he hecho, es infantil, propio de quinceañeras estúpidas. No estás muy lejos de la realidad, me siento así, quizás si hubiese sentido antes, algo así, mi versión de las cosas sería muy distinta, más madura.

 

No creo que eso importe ahora, da igual lo que se piense de este momento, solo quería hacer esto y punto, desnudar mi alma y enseñarte lo que guardo en ella. Esta es la primera y última carta que recibes de mí, jamás volveré a escribirte, con una vez basta, y esa vez es esta. Tampoco te diré quién soy, no lo considero importante y no creo que te provoque ningún interés saberlo, a no ser, para echármelo en cara, créeme que no necesito eso.

 

No ansió tu amor, no intento engañar a nadie, tan solo a mí. Cada noche me engaño cuando te sueño mío, cuando siento tu aliento en mi oído susurrando palabras de amor, en esos momentos, tu voz no es mordaz y dañina, solo tierna y sensual, solo esa voz es privilegio de mis sueños, al igual que tu.

 

En mi mundo de fantasía, tu lo llenas todo, lo iluminas y transformas, en el no eres el sempiterno malhumorado, que ataca a todos los que son diferentes a ti, eres la persona dulce y cariñosa que amo, sé que eres así. A veces dejas traslucir ese otro yo que tienes, como el otro día en el partido, fue una maravillosa sorpresa para mí, cuando Zabini se chocó contra los postes y cayo, tú corriste hacia él y amorosamente le secaste las lagrimas y lo cargaste hasta la enfermería.

 

El gesto de preocupación en tu cara, fue uno de los más bellos que he visto en todos estos años, tus ojos pedían suplicantes que él estuviese bien, quizás sean los celos los que hablan por mí, pero en ese momento, desee que se levantara sin un rasguño, así no tendrías que tocarlo. Con Parkinson, me pasa lo mismo, la odio, siempre pegada a ti, teniendo el privilegio de tu compañía y quien sabe que más.

 

A veces tu vida amorosa no me preocupa, otras, me angustia. Siempre te he visto con alguien, nunca la misma persona, por lo menos, no mucho tiempo. Ese hecho me lleva a pensar que, o bien no has encontrado a la persona adecuada, o que te quieres tanto a ti mismo, que jamás podrás amar a nadie, eres una pura contradicción. Estas son las razones que me impulsan a no confesarte mi amor, sé que jamás me miraras con amor, mucho menos si supieras quien soy.

 

Tu personalidad es tan cambiante que me desconciertas, estas sonriendo y de pronto tu cara cambia, solo para aterrorizar al chiquillo que pasa por delante de ti ¿De verdad disfrutas con esas cosas? Me martirizo constantemente pensando en lo que pasa por tu mente, seguro que nunca llegare a averiguar el porqué de esa actitud.

 

Sé que odias a los muggles y a los media sangre, pero dudo que tus razones sean lo suficientemente poderosas. Mis amigos son de ese tipo, otro punto negativo para mí, también tengo amigos sangre pura, como tú, pero ellos no se parecen en nada a ti. No son arrogantes ni presuntuosos, solo son chicos normales que buscan su sitio en el mundo, que tienen esperanza de algo mejor. ¿Acaso tú no quieres un futuro mejor que lo que te ofrecen? ¿No quieres ser feliz?... ¿amar?

 

No te he escrito esto para echarte nada en cara, ya te he explicado porque lo he hecho, lo necesitaba. Solo tengo la esperanza de que sepas que no estás solo, que aunque no lo notes, yo estoy a tu lado, apoyándote y amándote, con tus defectos y virtudes ¿Quién no los tiene?

 

Si alguna vez tienes la tentación de buscar mi mirada entre la gente, no lo hagas, no la encontraras, te tengo grabado a fuego en mi mente, no me hace falta verte en persona para disfrutar de ti, puede que te suene enfermizo, pero ¿Qué amor no lo es?

 

No me queda nada mas por decirte, aunque te podría decir mucho mas, no merece la pena, sé que no serás nunca mío, así que ya no te molesto más.

 

Gracias por leer mis sentimientos plasmados en un papel, aunque a lo mejor el que lee esto es Filch, si es así, eso significa que la has tirado a la basura, así que, hola señor Fich, espero que le haya resultado entretenida la lectura.

 

No voy a poner una cursilería para despedirme, así que solo digo adiós...para siempre.”

 

Draco estaba sonriendo, el final de la maldita carta le había hecho reír, también le había hecho pensar un poco. Su vida no iba por los derroteros que él quería, pero tampoco podía cambiarla así de golpe.

 

Quién sea que le escribiese esa carta, le había hecho pensar ¿Por qué, por el simple hecho de que mucho de lo que decía era cierto, era un jodido imbécil, un aprovechado, alguien que no merecía la pena como persona ¿Porque alguien así se había fijado en él?. Por su belleza no había sido, estaba claro, en ningún lugar de la carta se menciona la palabra belleza, o se hace alusión a que él sea bello.

 

Pensó que era sorprendente, alguien se había enamorado de él, no de Draco Malfoy, sino de él, un chico de 18 años con problemas y un futuro incierto.

 

Ya sabía cual sería su siguiente misión. En la carta dice que lo amo cuando entro en la orden, bien, la orden es abundante, pero no infinita, solo tenía que empezar a descartar integrantes y eso iba a ser pan comido, por lo pronto, más de la mitad ya estaban descartados.

 

Todos los Weasleys, Dumbledore, evidentemente, Lupin, demasiado pobre para ese papel...

 

Tenía un claro candidato, no estaba seguro de que fuese el, pero no se amilanaría, si era él lo descubriría, tan bellas palabras de amor no quedarían en el aire...si el supiera que sus sentimientos eran correspondidos, que diferente podía ser el futuro de ambos.